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Ámbito 2. Un poco de literatura. ESPAÑA HOY A leer. 1. España de hoy y la cuestión de la memoria colectiva A priori, podríamos pensar que la muerte de un dictador, el fin de una larga era de opresión lleva a importantes cambios, a revueltas movidas por los sueños de cambios, de libertad, de igualdad. Sin embargo, España, en 1975, lo vive de otra manera. Cuando muere Franco en 1975, no se opera un cambio completo del horizonte político, no se organizan levantamientos o manifestaciones. En efecto, la muerte del dictador al abrir el período llamado de la “transición” o la marcha hacia la democracia parlementaria, no rompe por completo con los moldes políticos anteriores. Además, uno se asombra todavía más cuando se entera de otra característica española del proceso de transición: los actores de ésta son los protagonistas del franquismo. Así, el primer ministro del gobierno postfranquista, Adolfo Suárez, es un actor fundamental de la transición. El miedo de caer otra vez en los antagonismos y horrores de la guerra civil lleva a los españoles a vivir este período bajo la forma del “consenso”, de “la paz social”. Esta “ruptura pactada”, llevada a cabo por los mismos actores que antes, se fundamenta pues en la “estrategia del olvido”, que consiste en ocultar las acciones de cada uno bajo el régimen anterior, para sólo mirar hacia adelante, hacia la democracia que el país tiene que aprender y construir. Dentro de este contexto de engañifa consentida, de olvido colectivo, nace en Madrid, a fines de los 70, el famoso fenómeno de la “movida”. En reacción al vacío cultural producido por el franquismo, se juntan hombres y mujeres para crear una nueva imagen moderna de la ciudad. Salen de los “undergrounds” los protagonistas de la cultura pop, punk, se desarrolla pues la cultura popular, la moda, el cine – con las primeras películas de Almodóvar - o “la nueva ola” cuyo núcleo es El Rastro. Según la etimología de “movida” vinculada con los paraísos artificiales, el lema de este movimiento es la experimentación, el “vivir a tope”, el “placer para todos, la vida es corta”. El pasado sólo se aprehende mediante la ironía y las máscaras que permiten exorcizar las tensiones identitarias latentes. No cabe decirlo, el tema de la memoria es central en esa época de postfranquismo. No se realiza, en los ochenta, ningún examen de consciencia, como han podido hacerlo los alemanes por ejemplo, sino que se exploran las riquezas y experiencias extremas del instante, disfranzando el pasado. Al contrario, a fines de los 80 y en los 90, la memoria se convierte en una problemática central de muchas obras narrativas. 2. Variaciones sobre la memoria: Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956) 2.1. Su trayectoria El año de 1975 marca un hito en el horizonte narrativo español con la publicación de dos novelas La verdad sobre el caso Savolta y Cerbero son las sombras de, respectivamente, Eduardo Mendoza y Juan José Millás. Ya con los escritores Juan Benet y Luis Martín Santos, en los años 60, se inaugura la ruptura con el realismo. De hecho, frente al cambio de la Historia, los moldes realistas se vuelven desusados e incapaces de encerrar, explicar o reflejar lo que está pasando en la sociedad. Se rompe progresivamente con la base de una tradición realista muy remota; a los escritores les toca el papel de encontrar o inventar nuevos senderos. Uno de estos llevará a la indagación en la memoria, individual y sobre todo colectiva. Eduardo Mendoza y Juan José Millás abren la narrativa actual, mediante dos éxitos editoriales importantes. A partir de la unión del género policíaco, de la crónica de sucesos, de la novela rosa o del folletín, La verdad sobre el caso Savolta constituye una verdadera trama basada en el suspenso, presente en la sociedad de la época, y en registros de lengua bastante populares. En los años ochenta empiezan a afirmarse los “nuevos nombres”, agrupados alrededor de Jesús Ferrero y su novela Belver Yin publicada en 1981 y que inaugura una nueva sensibilidad literaria. Entre los autores nacidos después de la guerra civil, José María Merino (1940), Luis Mateo Díez (1942) , Eduardo Mendoza (1943), José Mari Guelbenzu (1944), Juan José Millás (1946) y Javier Marías (1951), Antonio Muñoz Molina es el más joven y el que más éxito tiene: Premio Nacional de literatura en 1988 con El invierno en Lisboa, Premio Planeta en 1991 y Premio Nacional de narración en 1992 con El Jinete polaco. Después de su carrera en Historia del Arte y en Periodismo, inicia su marcha hacia el éxito con dietarios personales. Rápidamente destacado por el director de Seix-Barral, Pere Gimferrer, entra en la novelística con su primera novela Beatus Ille (1986). En las huellas de Mendoza, Muñoz Molina sitúa el marco de su novela en la guerra civil, adoptando el punto de vista de los vencidos. Cuenta la historia de Minaya, joven estudiante, implicado en las huelgas universitarias de los años 60. Elige las orillas del Guadalquivir para trabajar sobre su tesis sobre Jacinto Solana, el poeta republicano, condenado a muerte en 1947 y muerto en un tiroteo con la Guardia Civil. Minaya decide investigar el crimen del poeta y se enfrenta con el olvido, el silencio dentro de una ciudad imaginaria: Mágina. Ciudades, trama policíaca, cine negro, jazz habitan sus novelas y se encuentran especialmente en El invierno en Lisboa (1987) con el que mereció el premio de la crítica y el nacional de narrativa. En El Jinete polaco (1992), Muñoz Molina ahonda y se adentra en el complejo e inmenso campo del tiempo y de la memoria. Así cuenta la historia de una pareja en Nueva York, Madrid, y Mágina. Plantea el tema de la fragilidad del amor. Manuel y Nadia, en una habitación de Nueva York, reconstruyen sus orígenes, su destino común, de la infancia a la vida adulta en una conversación. Este viaje hacia los orígenes se concretizará en distintos objetos: viejos discos, la Biblia protestante, el grabado del jinete polaco de Rembrandt, un baúl lleno de antiguas fotografías, etc. El relato se tiñe de ecos místicos, mitológicos, musicales y dialoga con la historia: guerra de Cuba, de Marruecos, guerra civil. A lo largo de sus novelas, se adentra pues en el laberinto de la memoria, en sus mecanismos pasados y presentes, en el olvido instituido por el franquismo. En este proceso, privilegia el acto de narrar y considera la literatura como una experiencia compartida entre la revelación de la historia y la frágil cuestión de la verdad.
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Responsables académicos : Geneviève Fabry y Pablo Decock Responsables informáticos : J. Schumacher y B. Maroutaeff Conceptores de la página: Geneviève Fabry, Alexis Alvarez Barbosa y Emilie Menz Dernière mise à jour : 31/07/2006 |