Antes de leer. 

     Tras los años de guerra en los que se escribe una literatura muy comprometida a favor de republicanos o nacionales, la novela española se dirige hacia dos direcciones. Una serie de escritores se mantiene en el campo de la novela comprometida, aunque restringida a la celebración del nuevo régimen y a la correspondiente condena de los republicanos. En esta corriente, sobresale el nombre de Wenceslao Fernández Florez, cuyo tono antirrepublicano está omnipresente en Una isla en el mar rojo. Su novela más famosa El bosque animado, se centra en la celebración de la tierra gallega y fue adaptada recientemente al cine por Ángel de la Cruz y Manolo Gómez).

     Al margen de esta tendencia, el desencanto de muchos españoles frente a la política del nuevo régimen lleva a una serie de escritores a retratar la miseria de la vida en esos años con una literatura de cuño existencialista. Quizá el punto de partida de dicha reacción sea la publicación del poemario de Dámaso Alonso Hijos de la ira en 1944. Entre los más destacados representantes de la novela exitencialista, cabe mencionar a Camilo José Cela (La familia de Pascual Duarte, La colmena), Carmen Laforet (Nada), Miguel Delibes (Los santos inocentes, Cinco horas con Mario), Zunzunegui (Esta oscura desbandada). Estos escritores no llevan a cabo una verdadera renovación novelística, al menos a nivel formal.

     Los avances formales llegarán sólo a principios de los 60, cuando se hayan tomado en cuenta los nuevos recursos narrativos que ofrece el cine. De éste último, los escritores adoptan el objetivismo, omnipresente en las novelas de Rafael Sánchez Ferlosio (El Jarama). Otros escritores relevantes en esta corriente más audaz a nivel formal son Juan Benet (Volverás a Región), Luis Martín Santos (Tiempo de silencio) y Juan Goytisolo (Señas de identidad).