Antes de leer. Apuntes contextuales

     Podemos afirmar que el Cantar de Mio Cid es la primera obra clave de la historia de la literatura española. Se trata de un cantar de gesta compuesto hacia 1140 por un juglar anónimo. Lamentablemente, sólo nos ha llegado una copia del texto, hecha en el siglo XIV por un tal Per Abbat, del que no se sabe nada. Según el filólogo Ramón Menéndez Pidal, la firma del copista podría encubrir varias personas, ya que, según él, el manuscrito es una superposición de dos versiones del texto.

     Aunque es más una ficción que una obra biográfica, el « Cantar » narra las aventuras de un personaje histórico ( Don Rodrigo Díaz de Vivar), condenado por el rey al exilio forzado y decidido a recobrar tanto su honor como la confianza del monarca. El apodo « Cid » viene del árabe « sidi », que significa « señor ». El texto está dividido en tres partes. La primera narra el destierro del Cid, la segunda las bodas de sus hijas (Doña Sol y Doña Elvira) con los Infantes de Carrión y la tercera la afrenta de Corpes, protagonizada por estos últimos a expensas de Elvira y Sol.

     La obra se abre sobre la descripción de los últimos momentos del Cid en su tierra, sobre la despedida y el recuento de lo que deja detrás suyo. A su llegada a Burgos, se encuentra con una ciudad silenciosa que no puede, bajo ningún concepto, acogerlo. Lo primero que el Cid quiere conseguir es dinero para mantener a sus tropas. Se dirige a dos usureros judíos que ejercen en la ciudad, Raquel y Vidas, de los cuales se burla con un ardid, episodio tras el cual abandona la ciudad y hace rumbo a Cardeña, donde se despide de sus hijas y su esposa Jimena.

     La segunda parte pone en escena la conquista de Valencia y el establecimiento del héroe en dicha ciudad. Se cierra con la celebración de las bodas con los Infantes de Carrión. La tercera empieza con el celebérrimo episodio del león, en el que se ponen de relieve la valentía del Cid y la cobardía de sus yernos. Luego interviene la venganza de los Infantes : la denominada « Afrenta de Corpes », tras la cual el Cid pide reparación al rey, que permite que Elvira y Sol se casen con los Infantes de Aragón y Navarra, consiguiendo así el protagonista una ascensión social fulgurante, acorde con el tono propagandístico de la obra, sobre el que volveremos más adelante.